Juego de Tronos en el Olimpo

La castración de Urano

Antes de conocer el panteón olímpico como lo conocemos, con sus doce dioses agrupados todos bajo los designios del gran Zeus, asumiendo este orden patriarcal sin que se viera amenazado, el Olimpo fue escenario de cruentas guerras por conseguir el trono. Bienvenidos al Juego de Tronos en el Olimpo.

Asesinatos, incestos, torturas, parricidios, traiciones, conjuras y crueldades de los que ni siquiera la casa Lannister sería capaz se sucedieron hasta que Zeus consiguió sentarse en el trono del Olimpo y establecer el orden deseado.

Reinado y destronamiento de Urano

La Madre Tierra, que surgió del Caos, fue el punto de partida del mundo. En origen divinidad principal y única, pero femenina, quedó relegada a un segundo plano ante la irrupción del modelo patriarcal. Sea como fuere, ella sola dio a luz a Urano, separando así con este nuevo dios el cielo de la tierra. Pero en ocasiones se unían, porque es bien sabido que el Cielo cubre por completo la Tierra, y engendraron así a los Hecatonquiros (gigantes de 100 manos), a los Cíclopes y a los Titanes.

Los abusos de poder de Urano durante su reinado provocaron una guerra entre éste y la Madre Tierra, que nunca aceptó verse sometida. Así fue como la Tierra conspiró junto con sus hijos para destronar a su padre. No fue otro que el Titán Cronos, quien empuñando una hoz se atrevió a llevar a cabo la tan comentada castración de Urano.

Las curiosidades que surgen de este acto brutal, fuera merecido o no, son infinitas. Dicen, por ejemplo, que Cronos sujetó los genitales de su padre con la mano izquierda, lo que explicaría el rechazo que esa mano ha sufrido en muchas culturas y épocas. Los genitales de Urano, según cuentan, fueron arrojados al mar con el fin de estimular la reproducción de los peces, y el nacimiento de la propia Afrodita pudo estar relacionado con este sangriento episodio. Las que sí surgieron de esta sangrienta venganza, fueron las Erinias que nacieron de las gotas de sangre que cayeron sobre la Tierra.

El reinado de Cronos

Y es entonces cuando Cronos se sentó en el trono, aunque no sabemos si era trono de hierro, y se unió a su hermana Rea para formar la que luego sería la familia de los Olímpicos. El nuevo soberano fue advertido por su padre agonizante, Urano, del hecho de que uno de sus hijos le destronaría. Así que convertido en icono del amor paternal, decidió devorar a sus hijos según iban naciendo. Fueron naciendo y posteriormente engullidos por su padre Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón.

Pero cuando le llegó el turno de nacer a Zeus, su madre Rea estaba ya harta de ver desaparecer a sus hijos en el vientre de su hermano y a la vez marido. Su idea fue inmejorable; una vez dio a luz a Zeus, envolvió una piedra en pañales y se lo entregó a Cronos, quien se lo tragó en todos los sentidos pensando que era su hijo recién nacido. A Zeus lo ocultaron en una cueva en Creta y fue criado entre ninfas y cabras, protegido por los Curetes que cantaban y entrechocaban sus lanzas para amortiguar el llanto del bebé y que no llegara a oídos de Cronos.

La Titanomaquia
La Titanomaquia

Zeus en Creta

La cuna dorada donde instalaron a Zeus recién nacido, estaba colgada de un árbol para que su padre Cronos nunca pudiera encontrarla ni en la tierra, ni el cielo, ni en el mar. Y así fue creciendo Zeus alimentándose de miel y recibiendo los cuidados de ninfas del bosque, de cabras y de los Curetes.

Cuando llegó a la edad adulta, fue en busca de la Titánide Metis, poseedora de todo el ingenio y de una inmensa sabiduría, para que le diera las claves en su propósito de destronar a su padre Cronos. Luego acudió a su madre Rea quien le consiguió un puesto de copero en el palacio paterno. Así, Zeus consiguió que su padre tomara un brebaje que le hizo vomitar a todos sus hermanos. Es entonces cuando empieza la guerra y sigue el juego de tronos.

Una larga guerra que duró diez años de Zeus y sus hermanos contra Cronos y los Titanes, liderados éstos por Atlante. Fue la Madre Tierra la que puso punto y final a esta guerra aconsejando a su nieto Zeus que liberara del Tártaro a los Cíclopes y a los Hecatonquiros. Una vez que lo consiguió, la balanza de fuerzas quedó descompensada. Los Cíclopes proporcionaron a Zeus el rayo como un arma invencible; a Poseidón le dieron el tridente y a Hades, un yelmo que le hacía invisible.

Así fue como Hades, sin ser visto gracias al yelmo, entró en el palacio de Cronos y le despojó de sus armas mientras Poseidón le amenazaba con el tridente. Finalmente, entró en escena Zeus y, con su rayo, consiguió derribar al cronida. Los Titanes fueron derrotados por los Cíclopes y los Hecatonquiros a base de piedras y rocas y posteriormente desterrados a una isla británica, un destino que, por penoso, equiparaban al Tártaro. Desconocemos la razón por la que tenían ese concepto de las islas del noroeste lejano. Peor suerte corrió el líder de los Titanes, Atlante, que fue castigado a sostener la bóveda celeste sobre sus hombros.

Los tres dioses hermanos Zeus, Hades y Poseidón, se repartieron sus dominios tras la victoria. Zeus se quedó con el cielo, Poseidón con el mar, y Hades con el mundo subterráneo. En esta tríada, aparentemente, el poder estaba distribuido equitativamente y uno no era superior a los otros. Así que la posterior preeminencia de Zeus, no sólo como soberano del cielo, sino como señor de todo el universo sólo puede explicarse a través de una transformación cultural de la religión donde las divinidades celestes pasaron a tener una mayor consideración que las divinidades terrestres. Pero esta historia será para otra temporada de juego de tronos.

Laura Vélez

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